En el país hubo escasez de tinta.
Para los escritores esto fue terrible, ya que a lo sumo podían escribir una o dos líneas por semana; sin embargo, favoreció la venta de libros que eran publicados esporádicamente. Los lectores, ansiosos de novedad literaria, se volcaban hacia los libros apenas eran publicados.
Como no se podía desperdiciar ni una gota de tinta, los escritores se cuidaban de escribir solo lo indispensable. De esa forma había mayormente buena literatura.
Pero por desgracia, querido lector, tú y yo estamos en este país donde la tinta abunda a borbotones, los escritores escriben de todo y hay una sobrecarga de libros por todas partes.
Es así que yo escribo historias sobre tintas, tú me lees, consideras mi mala literatura y decides jamás comprar un libro mío.
Pero claro, la culpa no es mi falta de talento, sino la desmedida abundancia de libros en el mercado.
viernes, 28 de septiembre de 2012
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Sigue abundando la tinta y yo considero buena tu literatura
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